La lluvia en la noche
deja su pulida negrura
y las estrellas brillan
como joyas titileando.
El alma se vuelve azul
al contemplarlas.
La noche cerrada
deja ciego de verdor
árboles que callan mudos,
sin el murmullo
de gorriones ateridos de frío.
Ella sueña en
vigilante espera,
vigilante espera,
y en las olas del aire
su risa anda viajera.
El cansancio
convierte en rictus
su rostro de mujer
con el alma triste.
Necesita el sol,
amables horizontes
que la arropen.
que la arropen.
Tenacidad no le falta,
como golondrina
que estrena primavera
una y otra vez,
su piel volverá a la luz
donde repetir
hechizos de lunas nuevas.
Mavi g.g.