Un susurro de agua
que corre libre dócil.
Un croar de ranas pequeñas
de un color verde brillante.
Un suave calor de sol
que acaricia mi cara.
Un viento que canta entre las rocas
donde sueña el riachuelo ser río.
Un sonar de campanas
en el interior del valle.
Reflexiono en la breve historia
de los días pasados
que flotan en un mar de ruda,
de romero en flor,
una explosión de colores y olores,
el monte está pletórico de vida
en un Mayo que ya es historia.
El silencio del mundo vegetal
apacigua mi ánimo
puedo escuchar mi corazón
ahora liberado por un cielo
brillante con nubes en lo alto.
El prodigio de un suave paisaje,
flores incendiadas al atardecer,
consiguen esta paz
y el ánimo se serena.
La presencia humana
ante esta maravilla
que nos es dada,
muchas veces
turbamos con imperfecciones
en este lugar amable
que acostumbra
la armonía del monte.
Mavi g.g.
