Después de la tormenta,
como era de esperar,
llegó la calma.
Aire en el aire
y la mar calmada está.
Me reconcilié con el mundo
dispuesta a pasar por alto
mi mal humor,
y me convencí
que nada es tan importante
para que el día claro
se convierta en nubarrones
amenazantes de tormenta.
Pensamiento que tiñe de colores
la tarde
de gris a rojo
de naranja
a nada.
Mavi.g.g