miércoles, 1 de junio de 2011

OTRO POEMA


NO TUVO AYER SU DÍA
Ya desde muy temprano,
ayer fue tarde.
Amaneció el crepúsculo, y el alba
el cielo derramó sobre la tierra
un gran haz de penumbra.
Cerca del mediodía
un firmamento tenue e incompleto
-- ¿cifra de nuestra suerte?--
brillaba todavía en el espacio.
(La luna
no iluminaba al mundo;
su cuerpo trasparente
nos permitía tan solo adivinar
la existencia de otro cielo
inclemente también, inapelable.)
Seguimos esperando, sin embargo.
Imprecisas señales
--un latido de pájaros, a veces;
el eco de un relámpago;
súbitas rachas de violento viento--
nos mantenían alerta.
A la hora del ocaso
salió un momento el sol para ponerse
y confirmó las sombras con ceniza.
Angel Gonzalez


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