En el acantilado de la bruma
dos amantes se encontraron.
El crepúsculo
agazapado, espera una señal.
La noche
entró sigilosa,
como un gato por la ventana.
El día,
entonces, se fue sin hacer ruido, puntual,
llevándose tras de sí
un rebaño de luces fatigadas.
Volverá mañana sin tardar
ahuyentando con su luz
ese gato negro,
ronroneo de amor
de unos amantes furtivos.
mavi g.g.