Descubriendo caminos
por el Valle de Lecrín
están los pueblos de la sierra de Granada,
blancos, acostados sobre el paisaje,
protegidos por unos montes suaves,
y amables.
El agua es fiel compañera
en fuentes y cañadas
que hacen de unos lugares
inigualables,
especialmente bonitos.
Los ojos se llenan de luz,
el corazón de paz asombrosa
por tanta belleza
donde el alma se serena.
Granada toda es un feliz
descubrimiento para mi,
hoy más que nunca
junto a mi amor.
En el camino a los pueblos bonitos
una morera amable
de moras sabrosas y duces
las ofrecía gustosa.
Allí mismo, ese fruto morado
hizo la delicia de mi paladar
y pude recordar mi niñez
allá en mi tierra alicantina
que me vio nacer.
La sombra de la morera
es siempre agradecida,
protege en los días de calor
con el suave balanceo
de sus hojas,
ese árbol tan mediterráneo
y nuestro.
Mavi g.g.