Sencilla vistes amapola
de rojo sangre tu corola.
Un sol de oro despide un día
de quehaceres ordinarios,
hoy nada extraordinarios,
pero necesarios,
para calmar tanta algarabía.
La noche trae deseos de espuma
sueños que se disuelven
como arena de mar,
en la blancura de nieve de mi almohada.
Y mañana...será otro día.
V.G.G.