Puede que un día
será materia de recuerdo.
Desastres tiene la Naturaleza
que duelen.
Esos enseres dispersos
como juguetes rotos,
indefensos a la fuerza
de un agua que allana
la tierra querida.
Pero la luz no se extingue,
una nueva primavera
quiere renacer,
en las ramas tronchadas del ciruelo.
Más, el Cedro plantado
y arropado con tanto amor,
aquél donde me miro complacida,
se extingue erguido.
Lloran sus ramas
pequeñas hojas secas.
No desistiré.
Como ave Fénix
renacerá su perfume a monte.
Todo será sobrevenido
y volveré a él una y otra vez
como abeja que da vueltas
alrededor de una flor
arrancada.
El aire queda limpio
para salir de amargos trances,
no me atrevo a decir
que nada peor pueda ocurrirme.
Son riesgos que se tienen,
que el vivir implica.
Mavi g.g.