Te enseñé mis cartas
y las puse boca arriba.
Yo hablo, tú escuchas,
un círculo vicioso,
pescadilla que se muerde la cola
una y otra vez.
Saca la pereza del pensamiento y
actúa, te dije.
O arrepentirse más tarde... tarde.
Si se vive una vez,
¡vive¡
La apatía que envuelve tus horas
como tela de araña
es avanzar de espaldas.
No atender al Norte
es río que se queda en el remanso
y demora su marcha
absorto en el crepúsculo.
Con ojos de agua te miré y
mi mano buscó entonce las tuyas,
tuve la esperanza de recuperarte.
Mavi g.g.
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