Amaba tanto la vida
que no consintió que se la pintasen
Ella la coloreaba
en sus ratos libres.
Y por eso guardaba sus ilusiones
debajo de sus alas,
aquellas que la sostienen
como si de un pájaro errante
se tratase.
Cayó en la cuenta más tarde
que ser feliz está
en lo más cotidiano, día a día.
No poner metas
porque la felicidad está aquí ahora
mezclada en su sangre,
mirando siempre hacia adelante.
Mavi g.g.