Hay días que mi vida se convierte
en un ir y venir constante,
atareada,
hacer y componer
para que todo esté
a gusto de los demás,
me siento como esas abejas
laboriosas de alas traslúcidas y frágiles
que llevan el néctar prodigioso de flor en flor
hasta quedar rendidas,
trabajar sin tregua para que todo funcione
y ese trabajo se convierta en pura miel
cristalina que de tan dulce...
empalaga.
Es entonces cuando una tristeza
me asalta
y un sentimiento ahoga por un momento
las ganas de ser así.
Mavi.g.g.