Mojada la niña sonrisa
caríta de ángel,
a la que he tomado cariño.
Por unos días ha sido mi confidente,
y compañera de secretos y dudas.
Acabarla de pintar es perder una amiga
silenciosa pero estimulante
con su sonrisa abierta y feliz.
Con la sensación de que me escucha
mientras los pinceles van y vienen
sobre su rostro pícaro de niña complaciente,
feliz y mojada de un refrescante
baño a la orilla de su río.
He sentido la alegría que me daba,
siempre deseando encontrarme con ella
con la sensación de que era algo más
que una fotografía por su imagen fresca y alegre.
Por un corto espacio
de tiempo,
compañeras de estudio.
Hoy ya, casi, terminada,
pasará a ser un rostro para contemplar
en el mejor sitio de mi casa.
Esperando un nuevo trabajo
que le haga compañía,
que va a ser a partir de mañana.
