Nacer en tiempo de Navidad es una suerte, un lujo
Amigo Adán.
Marino de vocación, el mar te espera
para darte paz.
Estar aquí, allá.
De paso en el horizonte sin brújula
ni voces. Sólo tú.
Sabes qué quieres.
Te desdoblas en mil personajes.
Eres como ese árbol que protege su experiencia
entre las hojas con amor,
piensas que lejos de ti serían hojas secas
y te duele.
Es por eso que existen personas
que por simple casualidad
se cruzan en nuestras vidas.
Sinceros, verdaderos.
Son aquellas ramas tiernas
en ese árbol frondoso
que es la Amistad.
Si se encuentran lejos, se nos antojan
las que están más en la punta,
lejos del tronco
y esperan para mostrarse
el viento suave que aparece
entre las hojas.
Luchas por ser Tú
cuando das sin esperar nada a cambio
lo mejor de ti mismo y hay paz en tu corazón.
Ese eres tú amigo Adán.
Dejando un poco de ti
te llevas un poco de nosotros.
Eso hace pensar que las cosas
no suceden por casualidad
sino por amor y amistad.
Simplemente pasan por nuestra vida
y son únicas.
Decir amigo es decir nobleza.
Donde los pensamientos, los deseos
nacen sin palabras.
No importa el tiempo ni el espacio.
Lo mejor se encuentra
en el rocío de las pequeñas cosas.
Hay dulzura en la amistad,
lugar para la risa, la confidencia.
Amigo es aquél que no hay que buscar
que está cuando lo necesitas.
Ahí el corazón confía
y encuentra su mañana.
Felicidades Amigo Adán.
Mavi g.g.